A la larga, nada es lo que parece ni lo que se sueña.
Las nubes de la tarde esconden una luna incierta
Que no acierta a inclinar la balanza
y las horas huyen desbocadas por la ruta del silencio.
Cae el aceite sobre la sal de un vago tiento.
¿Cómo será vivirte el día a día? ¿Envolver de a dos la mañana
En el aroma del café? ¿Navegar en las cavilaciones de lo ignoto
Con la escarcha del invierno acechando la templanza
Y el jugo del tomate humedeciendo los no sé?
Cae la noche.
Desde la Osa hasta la Cruz la retina rayando del magín
Con el peso viscoso de lo que no tiene nombre
Y ya no sé por dónde habitas, ni qué río navegas
Ni si es mi aliento signo entre tus días
Ni si es mi sangre rayo que desguaza la muerte.
A la larga, mete siempre la huesuda su sombra
Hasta en el más luminoso de mis días.
viernes, 25 de abril de 2008
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