Luna de mil ochocientos sesenta
entre las líneas del azogue
el alma mira su temblor en el temblor de otras pupilas.
Todo vibra en el temblor del miedo
la carne en su raíz de polvo
el flujo espeso de otra vida arrinconada
en el destiempo
la parsimonia de un tic tac
aleve
el tiento apurando de la muerte.
Partieron los muchachos
el invierno
¿recuerdas? arañaba sus retinas
partieron
del sueño hacia la nada
por otros arenales derramando la queja
la vieja jerigonza que se hizo ya congoja.
Todo vibra en el temblor del miedo
el espejo de azogue craquelado
con la luz de un cielo amanecido
la cara devuelve de otro sueño.
El limonero calla en la memoria
con sus pájaros de niebla.
viernes, 25 de abril de 2008
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